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“Ecos” durante el proceso de desvinculación o desapego


Es muy frecuente que cuando una relación de pareja (o de amistad) ha terminado, tanto si hemos dejado nosotros como si nos han dejado, surjan unos ecos (recuerdos o vivencias del pasado) que nos impiden solucionar el proceso de desapego con la rapidez que nos gustaría.
Por lo general, se asume que ante una ruptura, la persona debe pasar por unas etapas parecidas al duelo. Este duelo en la separación de pareja o amistad se hace más complicado ya que el otro sigue vivo y esto dificulta la desconexión de la relación.
Para que este proceso sea más fácil de tolerar es necesario reconocer los “ecos” y darles el valor que tienen.

Curiosamente los ecos suelen aparecer con mayor frecuencia en las personas que dejan la relación. Es fácil que surjan sentimientos de culpabilidad cuya misión es hacernos dudar de si habremos hecho lo correcto o si nos habremos precipitado.
En algunos casos los ecos también surgirán aunque estemos totalmente convencidos de que nuestra decisión fue la correcta. Pero entonces, ¿por qué sucede esto?

Vamos a utilizar la situación ficticia de una mujer llamada Ana que deja a un hombre llamado Juan. Es una relación que duró varios años (no necesariamente tienen que ser muchos, pueden ser meses) y se fue desgastando porque algo no funcionaba entre ellos. Ana tomó conciencia de esta situación y empezó a sufrir hasta tal punto que decidió que lo mejor era dejar la relación.
Puede ocurrir que Juan lo comprenda y lo acepte o puede que no lo entienda y desee seguir con la relación. En el primer caso las cosas serán más fáciles para Ana que en el segundo. Pero esto no impedirá que surjan los ecos también.
A lo largo de la relación Ana y Juan han ido guardando en su memoria el recuerdo del otro, pero en verdad no corresponde con los auténticos Ana y Juan.

Los psicólogos que estudian la percepción humana saben que no almacenamos los recuerdos de las cosas tal cual son. Sino que están teñidas y filtradas por nuestras experiencias previas, sentimientos, deseos, creencias, emociones, etc.

Imaginemos que me regalan una FLOR…
Lo que realmente veo y almaceno en mi memoria es:
FLOR + mi estado mental
Por ejemplo, si mi mente está positiva y alegre probablemente tendremos:
FLOR + mi mente positiva = Una flor preciosa
Pero si mi mente está triste o enfadada podríamos tener:
FLOR + mi mente negativa = Una flor muy sosa

En el caso de las personas ocurre lo mismo, Ana y Juan han ido almacenando sus recuerdos en función de lo que su mente estaba proyectando en cada momento sobre el otro. Ana no puede recordar a “Juan” tal cual es porque, en verdad, nunca lo almacenó en su memoria sin un filtro personal.
De este modo al final de la relación lo que recordamos será siempre un conjunto de emociones, sensaciones, pensamientos y expectativas sobre la otra persona.

Y esto es lo que “abandonamos” en una relación. Nos abandonamos a nosotros mismos, nuestras proyecciones, por eso puede ser tan doloroso aunque sepamos que estamos haciendo lo correcto.
Los ecos surgen porque nos hablan de nosotros mismos, del extra que pusimos en la otra persona…pero NO sobre la otra persona. Es como el eco del sonido. Lo que oímos no es el sonido original sino la distorsión del original en función de las propiedades de las paredes donde ha rebotado.
Cuando los ecos van disminuyendo (es decir el desapego está teniendo lugar) empezamos a ver al otro precisamente como “un otro”. Incluso nos parece extraño, podemos verle sin el añadido personal y comenzaremos a valorarle como otro ajeno.
Entonces es cuando puede surgir el perdón, el soltar, el aceptar (o ignorar) e incluso en algunas parejas una amistad (aunque no siempre es recomendable).

Si en este momento le viene un eco de una antigua relación, piense que no es más que un mecanismo de su mente intentado recuperar lo que es suyo, déjelo estar y no confunda sus pensamientos, no está pensando sobre la realidad.
Usted es siempre su propia mente y nunca podrá dársela a nadie y nadie podrá quitársela…



Dra. Carolina Callejas Alejano